La diferencia entre las formas de pensar y actuar, de rasgos y creencias, nos regala la oportunidad de aprender de otras historias, culturas, hábitos. La tolerancia es la disposición a respetar las prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias, ser capaz de comprender aquello que es diferente a lo que pienso, sin menoscabo de vivir los valores propios y respetar los del otro ¿Qué tan tolerante te conduces recientemente? Porque vaya que en el tiempo que transcurre ¡que valiosa resulta la tolerancia en el diario vivir!

Leyendo algunos documentos de Fundación con Valores, encontré este contenido “Ser tolerante es lo mismo que ser respetuoso, bondadoso y considerado con los demás. Es una cualidad personal que se define como el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás, aunque sean diferentes o contrarias a las nuestras. Ser tolerante es ser condescendiente y permisivo con alguien a causa de las circunstancias que medien, es aceptar y admitir la diferencia o la diversidad”. Y me ha gustado mucho este enfoque.
Por otro lado, iremos a observar otros encuadres para una mayor comprensión. Cuando las palabras tienen una connotación que puede implicar un entendimiento que no me es claro, me gusta revisar su origen y encontré aspectos muy interesantes, como que la etimología del término remite a la palabra latina tolerantia o toleratio, que significa: soportar, cargar o levantar; del latín tolerare, tollere. Desde esta perspectiva, ¿cómo definimos y comprendemos cada uno la tolerancia? Porque desde su raíz etimológica, como cargar y soportar, me parece que es una representación limitada de su significado real.
Para mí, conlleva un esfuerzo para reconocer las diferencias y comprender al otro, respetar el derecho de ser distintos y saber afrontar. No significa aguantar y sí implica un esfuerzo para reconocer las diferencias y respetar ese marco. La tolerancia es una virtud fundamental que detiene la violencia. Se dice que es uno de los valores humanos más respetados y guarda relación con la aceptación de aquellas personas, situaciones o cosas que se alejan de lo que cada individuo posee o considera dentro de sus creencias.
Bajo esta perspectiva, la tolerancia hace posible la diferencia y ser diferentes en formas de pensar, ser, preferir, requiere de la tolerancia. Ser tolerante supone apertura y generosidad, involucra respeto y un valioso manejo del entendimiento a la diversidad de creencias, convicciones. También implica que me libero del deseo o necesidad de controlar, prejuzgar ideas, tendencias, prácticas, que sean opuestas a las propias.
Cuando la forma de ser y actuar del otro, sus características personales y creencias, no atentan contra la integridad y los derechos esenciales de mi persona, y viceversa, estamos hablando de una riqueza en la interacción personal ¿por qué se nos ha dificultado tanto ser tolerantes?, ¿qué nos ha hecho pensar que somos dueños de la verdad o que pensar como pensamos es como los demás deben de coincidir?
Hoy nos vemos bajo condiciones donde la convivencia cotidiana implica compartir muchos espacios comunes. La casa se ha convertido en la escuela, oficina, lugar de esparcimiento, etc., y sucede que la diversidad de hábitos, manías, carácter, intereses, emergen como pocas veces y se ponen al descubierto gustos y necesidades que no es lo mismo saberlas o compartirlas por unas horas y ocasionalmente, que a diario. Ahora, nuestra capacidad de escucha, comprensión, flexibilidad se requiere que hagan acto de presencia y que se viva en reciprocidad; me comprendes y te comprendo, respeto y tolerancia mutua.
Y ¿podríamos reforzar esta virtud? Considero que sí; utilizando un lenguaje más gentil, interesándonos genuinamente por el otro, tener una actitud más abierta a conocer y aprender del mundo, creencias, preferencias, la cultura de quienes me rodean, poner en práctica el preguntar e indagar antes de sermonear, escuchar y ver más, empatizando. Bien vale la pena regalarnos unos minutos para identificar ante qué situaciones nuestra intolerancia es mayor, encontrar el origen y poner acción a cambiar lo que nos limita. Los comportamientos y actitudes intolerantes nos afectan mucho.
Si pensamos que cuando no estamos de acuerdo con quien es diferente a nosotros es válido, y que esto no lo convierte en enemistad o rivalidad, que en el mundo cabemos quienes pensamos o sentimos distinto a otros, y logramos que las actitudes de respeto prevalezcan en una convivencia armónica ¡estamos ganando! Ser tolerante con aquello que nos causa molestia es parte de vivir en calma y orden, bajo un esquema de valores que conservan en mejores condiciones el ambiente social, familiar, laboral.
La tolerancia trae como regalos; no engancharse con las agresiones, mantener la calma en escenarios complejos, actuar compasivamente frente el malestar o emociones negativas de otros, cultivar la amistad; sonreír más y desanimarse menos.
A ti ¿qué beneficios te parece que también tiene el ser tolerante? Hoy, es una de las virtudes más valiosas que será maravilloso poner en práctica de forma permanente.
Recuerda, mi propósito al invitarte a responder cada pregunta es que tu empoderamiento personal se fortalezca a partir de que tomes consciencia de tu identidad y propósito de vida.
¡Hasta muy pronto!
Ana María Nájera
Compartiendo e impulsando transiciones
Comments