Hay una amenaza latente en este momento y se llama egoísmo. Cuando leí que “la generosidad es lo que evita que las cosas se adueñen de nosotros”, fue inevitable pensar que dar y compartir de un modo honesto y auténtico, de una manera consistente, resulta ser una virtud maravillosa que enriquece a quien la practica. Hoy transcurre un tiempo extraordinario para contribuir bondadosamente y agradecer profundo cuando recibimos algo; de la vida misma, de una experiencia o de alguien.

Observamos actos egoístas constantemente, en lo cotidiano; personas atendiendo sus propios intereses, desconociendo los límites, ignorando la integridad y derechos de los demás, desechando las normas de una convivencia sana, respetuosa. Y a cambio de esto, nos provoca ilusión cuando vemos a alguien ocupado por el bienestar de otros, dando atención, consideración, cuidado, gentileza. Para Margaret Cho, cuando somos generosos de maneras sutiles y apenas detectables, podemos cambiar la vida de alguien para siempre.
Si en este momento pensaras en alguien a quien admiras por su generosidad ¿quién llega a tu mente?, ¿cuándo estuvieron presentes esos comportamientos generosos que recuerdas? Hay personas que nos dejan un legado con su ejemplo de vida, con su actuar y vale la pena traerlos a nuestro presente ¿cuál fue tu acto generoso más reciente? Una mujer hermosa, de origen belga, conocida como Audrey Hepburn, expresó que podemos descubrir que tenemos dos manos; una es para ayudarse a uno mismo, y la otra es para ayudar a otros.
Ayer, cuando veía un corto video de alguien que se regaló unos minutos para acercarse a distintas personas a expresarles bellas palabras y tener diversos gestos de generosidad me conmovió profundamente, y lo que resultó más significativo fue la respuesta en la mirada de aquellos que fueron parte de esta historia. No sé, ni me importa saberlo, si esto era parte de un experimento, al final del día desconozco el nombre de todos los que participaron. Lo que sé, es lo que significaron para mí y lo que trajo a mi mente todo ese conjunto de acciones.
La generosidad no tiene que ver con cuánto tienes y cuánto te “sobra”, está más estrechamente relacionada con lo que mueve tu corazón para dar. Coincido con Suze Orman, cuando expresa que la verdadera generosidad es un ofrecimiento dado con benevolencia y con base en un sentimiento puro, sin compromisos, sin expectativas.
Este espacio de reflexión me ha llevado a leer varias ideas y pensamientos respecto de esta maravillosa virtud y caigo en cuenta que las acciones que salen de nuestro corazón y en las formas más genuinas, no buscan ser reconocidas y la generosidad tiene esa belleza.
Los actos de amabilidad y generosidad incrementan nuestro nivel de participación e interacción valiosa en el mundo y sellan un espacio extraordinario cuando agradecemos por tener la oportunidad de brindarnos de esa manera; sin testigos, sin elogios, por el puro hecho de sentir que esa es una bella forma de vivir. El filósofo y escritor francés, André Comte-Sponville, ha dicho que la generosidad unida a la amabilidad se llama bondad.
Es claro que cuando se combinan varias virtudes, entendida la virtud como nuestra capacidad de actuar bien, nuestra forma de ser y de actuar humanamente, acorde a un conocimiento y consciencia personal, nos hace crecer. Y también hay un aspecto relevante; quienes son más agradecidos suelen ser más generosos. Arthur W. Frank, profesor en la Universidad de Calgary, considera que los humanos parecemos ser más generosos cuando nos sentimos agradecidos y deseamos transmitir en alguna medida lo que se nos ha dado.
¿Qué te parece iniciar esta semana reflexionando en el valor de tu propia generosidad? En momentos turbulentos quizá es cuando de pronto se apodera de nosotros ese dejo egoísta, movido por el miedo o el enojo, que sin darnos cuenta le resta fuerza a nuestro DAR, auténtico y profundo, cuando es en realidad en esta posibilidad que podemos encontrarnos nuevamente con nuestra libertad y seguridad personal.
Y quizá vives realizando un sencillo acto generoso al día, o varios, si esperar recibir las gracias o el reconocimiento y no te has dado cuenta de todo lo energizante y extraordinario que ha resultado esto en abonar a tu liberación de apegos e incertidumbre, porque otra ecuación importante en la vida resulta de entender que la felicidad no se compone solo de lo que tenemos, sino de lo que compartimos.
Deseo sinceramente que en este tiempo te des cuenta de tu propia generosidad y de la que has recibido, que tu rostro se ilumine y sonría, descubriendo el cúmulo de virtudes que has cultivado a lo largo del tiempo y que hoy pones a tu servicio y al de otras personas, como grandes recursos para un mejor vivir.
Recuerda, mi propósito al invitarte a responder cada pregunta es que tu empoderamiento personal se fortalezca a partir de que tomes consciencia de tu identidad y propósito de vida.
¡Hasta muy pronto!
Ana María Nájera
Compartiendo e impulsando transiciones
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