Convivir en familia y no morir en el intento
- Ana María Nájera
- 22 abr 2020
- 4 Min. de lectura
Las normas de convivencia favorecen la armonía, fomentan el respeto y entendimiento, contribuyen al establecimiento de límites y a coexistir positivamente. Básicamente todos estamos en un momento de crisis. Periodos como éste son los que nos ponen a prueba y el entorno familiar y doméstico se ha convertido en un espacio y tiempo, al que es valioso enfocarnos positivamente.

Probablemente una de las grandes oportunidades, y también para algunos un desafío en este tiempo es la convivencia cotidiana en el hogar. Se dice que el ser humano es social por naturaleza y que necesita de otros para sobrevivir. Y de igual forma, cada día se resalta más que ha crecido el individualismo y que se ha incrementado el número de personas que viven solas.
Lo que es una realidad es que hay una diversidad importante que hoy se presenta en cuanto a convivencia se refiere; en familia, en pareja, con inquilinos (roomies), en cualquier caso, se convierten en un factor indispensable ¡los acuerdos y las normas! Principalmente al compartir el espacio de la casa. Y un reto será la forma en que nos comunicamos, es decir, cómo ponemos en común lo que será el tiempo y el espacio compartido.
Este es un aspecto al que es importantísimo dedicarle atención y compromiso, y que muchas veces no lo hemos hecho con la claridad, precisión y el esfuerzo que se necesita; ni como pareja, ni como familia y a veces ni como roomies. Ahora es una buena oportunidad.
Sin descartar que vivimos un tiempo muy particular, que de pronto nos vemos conviviendo un mayor número de horas, en un entorno distinto, con emociones más vulnerables, y quizá con necesidades muy específicas de espacio, de silencios en ciertos momentos porque estamos trabajando a distancia, de nuevas realidades incluso laborales y económicas, o bien porque hay niños en casa u otras personas que no suelen estar cotidianamente, justo hace más importante el tener normas claras y revisarlas, tanto en su cumplimiento como en su funcionalidad.
La convivencia entre solo adultos requiere de una comunicación clara, donde se pueda expresar tanto lo que necesitan de los demás como lo que a cada uno corresponderá contribuir en este diario vivir. Tener decálogos de convivencia, donde las normas sean parte del ambiente que permite estar mejor en casa es muy útil, desde la utilización de los recursos, el orden, la limpieza, uso de instalaciones, etc., hasta los horarios. Parece sencillo y no siempre lo es. Poner por escrito y a la vista los acuerdos, facilita recordar su cumplimiento.
Cuando llega un roomie se le dice, o debería decírsele, cuáles son las condiciones y reglas de convivencia en el departamento o casa, y para la familia funciona igual. En la forma de pedir está el dar y hay una frase maravillosa que dice “se gana más con miel que con hiel”. La claridad no está peleada con la gentileza. A veces ya hay acuerdos con la pareja y cuando se presentan nuevas circunstancias vale la pena hacer ajustes que se adecuen a la nueva realidad; aquí la flexibilidad y adaptabilidad de ambas partes juegan un papel muy importante.
La convivencia en familia tiene otros matices, en función de los roles de sus integrantes, las edades, sus historias, y su presente; ¿cómo han definido el valor de la convivencia y del hogar?, ¿por qué es importante? Seguro te gusta la idea de tener una familia fuerte, saludable física y emocionalmente, con una relación significativa ¡este es un buen momento para reforzarla o hasta construirla!
La buena convivencia no es un acto fortuito o mágico, se construye y se cultiva. Algunos tips que contribuyen para no morir en el intento:
· Comunícate empáticamente con tu familia; no compares.
· Escucha más de lo que hablas, pregunta más y sin invadir.
· Pasen tiempo juntos compartiendo mutuamente lo que saben hacer, interesándose en el otro.
· La hora de la comida es para comer juntos, compartir anécdotas, fluir; sin gritar, sin hablar de deberes o pendientes, sin distractores como el celular.
· Compartan las faenas del hogar; es formativo, construye hábitos y fomenta el balance de las tareas.
· Cuando se llegue la oportunidad saldrán de casa y convivirán, ahora pueden simular un día de campo, en la playa, etc.
· Compartan alguna actividad física y/o artística, puede comenzar como juego, como concurso o competencia.
· Canten y bailen. Enseña los juegos que tú jugaste.
· Permite que un niño sea también tu maestro, déjate sorprender; cada integrante de la familia pondrá la actividad del día.
· Prepara una tarde de regalos sorpresa preparados por uno mismo (dibujos, cartas, cuentos, postre, collage, la compostura de algo, etc.).
· Cocinen juntos, cuenten cuentos, si ven una película o una serie ¡hablen de ella, opinen!
· Haga cada uno su biografía como un cuento y otro la narrará en “tarde de cuentos”.
· Fortalece las emociones positivas; sonreír más, reconocer genuinamente el esfuerzo, no solo lo bien hecho.
Y esto no significa que no habrá límites, deberes cotidianos de limpieza, orden doméstico, horarios, lectura y tareas, incluso todos ellos se pueden hacer en algunos momentos acompañándose, ayudando y contribuyendo. Cuando no hemos hecho de la disciplina y la colaboración un estilo de convivencia, en un principio hay que empezar por dar el ejemplo, con paciencia, colaboración e involucramiento, ser congruente entre lo que pedimos y hacemos. Hacer de lo cotidiano algo divertido ¡es extraordinario!
Cuando convivimos en un ambiente de armonía damos un buen cimiento a la seguridad personal, a sentir el valor del respeto que damos y merecemos recibir. Hagamos de esta cuarentena un valioso y favorable aprendizaje y crecimiento en familia.
¡Hasta muy pronto!
Ana María Nájera
Compartiendo e impulsando transiciones
Muchas gracias, una gran aportación, precisamente hoy escuchaba sobre datos alarmantes de incremento en la violencia intrafamiliar una de cada tres mujeres golpeadas o abusadas a causa de la cuarentena. Ojalá esto llegue a muchas personas. Saludos y muchas felicidades.